miércoles, 24 de julio de 2013

¿Quién ve?


Ella era ciega, y sin embargo veía la gran herida que atravesaba el mundo como un gran agujero negro que absorbía todo cuanto se hallaba a su alcance. Veía la destrucción y el horror cuando con sus finas manos palpaba las dañadas cortezas de los árboles. Leía en los corazones humanos el débil bombeo de una sangre contaminada por el odio, la codicia, el sufrimiento y los deseos silenciosos de ser escuchados. Hablaba con los truenos de las tormentas y descubría en sus roncas voces la herida causada por los irresponsables actos humanos. Pedía a la lluvia que purificara la maldad del mundo, pero ella no podía hacer brotar del asfalto las finas hebras de hierba.
En las noches de luna llena, entendía en los aullidos de los lobos voces angustiadas que pedían poder vivir en sus bosques, que rogaban por alimentar a sus crías, por quedar libres de la condena de las personas.
¿Y nosotros, videntes, aún creemos que ella era la ciega? ¿Aún nos atrevemos a llamarnos videntes?
Ella, que conocía tan bien el daño del mundo, era la única que veía con los ojos de la verdad.

Navidad 2004 – 2005


Mirar no es lo mismo que ver. Oír no es lo mismo que escuchar. Prometer no es lo mismo que demostrar. El alma lo sabe, pues es la única que puede ver, escuchar y demostrar.


Begga

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